6.20.2011

El pecado bloquea tu oración


Isaías 59: 1-2  Isaías dijo: «Dios tiene poder para salvar y tiene oídos para oír. Pero la maldad de ustedes los ha separado de Dios. Sus pecados han hecho que Dios no quiera escucharlos.
¿Se imaginan que duro es  ver pasar días, meses y  años sin que Dios responda  a sus oraciones y súplicas?


Dios no es sordo y debemos saber que cuando hay pecado no hay respuesta divina.
 Somos responsables y tenemos que renunciar al pecado. 
Jesucristo entrego su vida para salvarnos y su sangre para limpiar las manchas de nuestro pecado, Él es nuestro intercesor, nuestro mediador, no hay otro que pueda ayudarnos a reconciliarnos con el Padre.

El problema del pecado sin confesar hay que resolverlo,  pedir perdón por cada uno de ellos con el firme propósito de no volver hacer lo mismo en el futuro.
"Venid y estemos a cuenta", 'aclaremos las cosas', póngase en Paz conmigo.
Isaías 1: 18 Vengan, pongamos las cosas en claro; dice el Señor, ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!

Es necesario romper el círculo vicioso del  hábito de pecar. 
Aunque tus pecados hayan sido terribles en el pasado, el Señor nos da  la oportunidad de empezar a escribir de nuevo la el expediente de nuestra vida, la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado y permite que nuestro nombre sea escrito por los ángeles en el libro de la vida.

Dios te dice: Vete y no peque más.
Es decir arrepiéntete de verdad,  demuestra con tus hechos que has cambiado tu forma de actuar,  que   todos vean en ti un cambio real.
El pecado es desobediencia y nos coloca lejos de la bendición de Dios.

Ora con los salmos penitenciales 32 y 51 y busca la paz con Dios porque es la única forma de estar en Paz contigo mismo y con los demás.
Dios es Amor pero también fuego consumidor.
A los que se arrepienten les enseña a vivir en la Ley de su amor como vivió su hijo Jesucristo, amando y  haciendo el bien a todos.
Revisa  tu conciencia, tu corazón., tus pensamientos y saca las malas acciones, palabras ofensivas, injusticias, odios, envidias, rencores,  limpia hasta el fondo tu alma y perdona a otros y a ti mismo.
Sepulta la vida pasada y renueva tu mente para la gloria de Dios.

Proverbios 1:24- 33 Dios advierte: Yo los llamo, pero ustedes no me responden; les hago señas, pero ustedes no me hacen caso. Rechazan todos mis consejos, y desobedecen mis regaños. ¡Pues yo también me burlaré cuando estén llenos de miedo, y se queden en la ruina! Será como si los arrastrara el viento o les cayera una tormenta. Me llamarán, y no les responderé; me buscarán, y no me encontrarán.
Ustedes no quieren aprender ni obedecer a Dios; no siguen mis consejos, ni aceptan mis enseñanzas. Por eso recibirán su merecido: ¡tendrán problemas de sobra!
¡Sufrirán las consecuencias de sus malas decisiones y de su mala conducta! ¡Acabarán siendo destruidos por su necedad y por su poca atención!  
Pero los que me hagan caso vivirán tranquilos y en paz, y no tendrán miedo del mal.


La cuestión es reconocer y  empezar a  cambiar el mal carácter,  no practicar  injusticia,  no más gritos,  no más mentiras, no mas acciones traicioneras,  no mas envidias, no más altivez de corazón, no más soberbia, no más enojo e irritabilidad y nunca más Ira.
Nuestro cambio es de dentro hacia afuera, todos podrán ver el antes y el después de recibir a Jesucristo en nuestro corazón para honrarlo como nuestro salvador personal. Un buen hijo de Dios sabe vivir en Paz y practica el dominio propio sobre sus  acciones, emociones y sentimientos.

SI hay orden en tu ser interior, no hay impedimento y  tu oración es escuchada en los cielos, tendrás confianza de ser  dirigido por Dios por ser parte de los adoradores que Dios busca para que lo adoren en espíritu y en verdad.


Bendiciones!

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