4.29.2013

Santa Catalina de Siena


Es una breve historia que narra la biografía de una joven que se negó a aceptar el matrimonio planeado por su madre; que, siendo analfabeta, enseñó a maestros de teología, siendo así nombrada como Doctora de la Iglesia en conjunto que Santa Teresa de Avila; Catalina entregó su corazón a Jesús, y recibió, a cambio, el corazón de Él.

Poesia al Amado- Ante el Altar


Ante el altar

Señor, ¿me reconoces? Soy el viejo habitante
del valle de las sombras que hoy se vuelve a la luz.
Me he propuesto seguirte de ahora en adelante,
pienso unirme a Tu vida como el clavo a la cruz.

Vengo a rozar la orla de Tu túnica blanca
con mis manos culpables de pecado y de ausencia.
Por tu misericordia, renuévame y arranca
la cizaña que encuentres prendida a mi conciencia.

Señor, ¿me reconoces? Debajo de esta costra
de polvo y de cenizas, hoy se rebela un muerto
que, hastiado ya de huesos y gusanos, se postra
como Tú te postraste de noche en aquel huerto.

Te encomiendo mi vida. Te entrego mi pasado.
Dispón de mi presente para que en el futuro
llegue a la puerta estrecha humilde y consagrado,
no apóstata y rebelde, no réprobo y oscuro.

Sé que me reconoces. Puedes verme por dentro.
Tú penetras las almas cual la luz al cristal.
Por fin todas mis cosas giran en torno al centro.
Por fin hallo el descanso. Por fin vuelvo a ser sal.


Jorge Antonio Doré
PoesíaHispana.com


4.28.2013

Oraciones por las Almas del Purgatorio

ORACIÓN A SAN NICOLÁS DE TOLENTINO

¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios. Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas. Amén
-San nicolas de Tolentino, abogado de las almas del purgatorio


ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN
POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.



ORACIÓN PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiadaos de las benditas almas del Purgatorio y ayudad a mis queridos padres y antepasados.
A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!
Ayudad a mis hermanos y parientes.
Ayudad a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
Ayudad a los que han sido mis amigos y súbditos.
Ayudad a cuantos debo amor y oración.
Ayudad a cuantos he perjudicado y dañado.
Ayudad a los que han faltado contra mí.
Ayudad a aquellos a quienes profesáis predilección.
Ayudad a los que están más próximos a la unión con Vos.
Ayudad a los que os desean más ardientemente.
Ayudad a los que sufren más.
Ayudad a los que están más lejos de su liberación.
Ayudad a los que menos auxilio reciben.
Ayudad a los que más méritos tienen por la Iglesia.
Ayudad a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
Ayudad a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
Ayudad a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
Ayudad a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
Ayudad a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
Ayudad a los tibios que muy poca oración han hecho.
Ayudad a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
Ayudad a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
Ayudad a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
Ayudad a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
Ayudad a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
Ayudad a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
Ayudad a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo.
Ayudad a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.
Ayudad a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante.
Ayudad a los que juzgaréis tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
Ayudad a los pontífices, reyes y príncipes.
Ayudad a los obispos y sus consejeros. Ayudad a mis maestros y pastores de almas.
Ayudad a los finados sacerdotes de esta diócesis.
Ayudad a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
Ayudad a los defensores de la santa fe.
Ayudad a los caídos en los campos de batalla.
Ayudad a los sepultados en los mares.
Ayudad a los muertos repentinamente.

Ayudad a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.


V. Dadles, Señor, a todas las almas el descanso eterno.

R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz. 
V. Que en paz descansen. 
R. Amén.


Fuente: Devocionario.com

4.27.2013

Canción de San Juan de la Cruz


Canción de San Juan de la Cruz
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!;
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores,
calor y luz dan junto a su Querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!

4.26.2013

Te ofrezco mi día. -Oración de Santa Teresa de Lisieux,


 Dios mío, te ofrezco todas

mis acciones de hoy,

 según las intenciones

 del Sagrado Corazón de Jesús,

 y sólo para su gloria.


 Quiero santificar los latidos de mi corazón,

mis pensamientos y mis obras,

 por más insignificantes que sean,

 uniéndolas a sus méritos

 infinitos, y para reparar mis faltas,

 arrojándolas en la inmensa

 hoguera de su Amor Misericordioso.


  Dios mío,  te pido para mí y para

 mis seres queridos, la gracia

 de cumplir, con toda perfección,

 tu santa voluntad y aceptar,

 por tu amor, las alegrías

 y las penas de esta vida pasajera,

 para que un día estemos reunidos

 en el Cielo por toda la eternidad.

 Amén!


Santa Teresa de Lisieux


Oracion de los 5 Dedos

LA ORACION DE LOS CINCO DEDOS.




¿Conocían la oración de los cinco dedos? Famosísima. Y el autor es el Papa Francisco (cuando era obispo de Argentina). Preciosa:

1. El dedo pulgar es el que está más cerca de ti. Así que comienza orando por aquéllos que están más unidos a ti. Son los más fáciles de recordar. Orar por los que amamos es "una dulce tarea."

2. El próximo dedo es el índice: Ora por los que enseñan, instruyen y curan. Ellos necesitan apoyo y sabiduría al conducir a otros por la dirección correcta. Mantenlos en tus oraciones.

3. El siguiente dedo es el más alto. Nos recuerda a nuestros líderes, a los gobernantes, a quienes tienen autoridad. Ellos necesitan la dirección divina.

4. El próximo dedo es el del anillo. Sorprendentemente, éste es nuestro dedo más débil. Él nos recuerda orar por los débiles, enfermos o atormentados por problemas. Ellos necesitan tus oraciones.

5. Y finalmente tenemos nuestro dedo pequeño, el más pequeño de todos. El meñique debería recordarte orar por ti mismo. Cuando hayas terminado de orar por los primeros cuatro grupos, tus propias necesidades aparecerán en una perspectiva correcta y estarás preparado para orar por ti mismo de una manera más efectiva.

Sentencias de los Padres del Desierto



CAPÍTULO IX
NO HAY QUE JUZGAR A NADIE



1

Un hermano del monasterio del abad Elías sucumbió ante una tentación y fue expulsado. Y se fue al monte con el abad Antonio. Permaneció con él algún tiempo, y luego Antonio le envió de nuevo al monasterio de donde había venido. Pero en cuanto lo vieron los hermanos lo volvieron a expulsar. Regresó el hermano a donde estaba el abad Antonio y le dijo: «Padre, no me han querido admitir». El anciano les mandó decir: «Un navío naufragó en el mar y perdió su cargamento. Con mucho esfuerzo el barco ha llegado a tierra, y ahora vosotros ¿queréis hundir esa nave que ha llegado a la orilla sana y salva?». Cuando supieron que era el abad Antonio el que lo enviaba, inmediatamente lo recibieron.

2

Un hermano había pecado y el sacerdote le mandó salir de la iglesia. Se levanto el abad Besarión y salió con él, diciendo: «Yo también soy pecador».

3

El abad Isaac vino de la Tebaida a un cenobio. Vio cometer una falta a un hermano y lo juzgó. Vuelto al desierto, vino un ángel del Señor y se puso en la puerta de su celda, diciendo: «No te dejaré entrar». El anciano preguntó la causa y el ángel del Señor le contestó: «Dios me ha enviado para que te pregunte: ¿dónde quieres que envíe a ese hermano culpable al que has condenado?». Y al punto el abad Isaac se arrepintió y dijo: «He pecado, perdóname». Y el ángel le dijo: «Levántate, Dios te ha perdonado. Pero en adelante no juzgues a nadie antes de que lo haya hecho Dios».

4

Un hermano de Scitia cometió un día una falta. Los más ancianos se reunieron y enviaron a decir al abad Moisés que viniese. Pero él no quiso venir. El presbítero envió a uno para que le dijera: «Ven, pues te esperan todos los hermanos». Y vino, tomó consigo una espuerta viejísima, la llenó de arena y se la echó a la espalda. Los hermanos saliendo a su encuentro le preguntaban: «¿Qué es esto, padre?». Y el anciano les dijo: «Mis pecados se escurren detrás de mí, y no los veo, y ¿voy a juzgar hoy los pecados ajenos?». Al oír esto los hermanos no dijeron nada al culpable y lo perdonaron.

5

El abad José preguntó alabad Pastor: «Dime ¿cómo llegaré a ser monje?». Y el anciano le dijo: «Si quieres encontrar la paz en este mundo y en el otro, di en toda ocasión: "¿Quién soy yo?" y no juzgues a nadie».

6

Un hermano le preguntó también: «Si veo una falta de un hermano, ¿es bueno ocultarla?». Y le dijo el anciano: «Cada vez que tapamos el pecado de nuestro hermano, Dios tapa también el nuestro. Y cada vez que denunciamos las faltas de los hermanos, Dios hace lo mismo con las nuestras».

7

En cierta ocasión un hermano cometió una falta en un cenobio. En las cercanías vivía un anacoreta que no salía de su celda desde hacía mucho tiempo. Y el abad del monasterio fue a hablarle de aquel hermano culpable. Y él dijo: «Expúlsalo». Se le arrojó de la congregación y se refugió en una fosa y allí lloraba desconsolado. Pasaron unos hermanos que iban a visitar al abad Pastor y le oyeron llorar. Bajaron a donde estaba y le vieron inmerso en un gran dolor y le aconsejaron que fuese a ver a aquel anacoreta. Pero él rehusó diciendo: «Moriré aquí». Al llegar los hermanos donde estaba el abad Pastor se lo contaron, y éste les pidió que volviesen donde el hermano y le dijesen: «El abad Pastor te llama». Y el hermano se puso en camino. Al ver su dolor, el anciano se levantó, le abrazó y con gran alegría le invitó a comer. Luego envió a uno de sus hermanos para que fuese al anacoreta con este mensaje: «Me han hablado mucho de ti y hace muchos años que quiero verte, pero por nuestra mutua pereza no hemos podido vernos. Pero ahora, gracias a Dios, tenemos una oportunidad. Tómate la molestia de venir hasta aquí para que podamos vernos. » Pues, en efecto, el ermitaño nunca salía de su celda. Al recibir este mensaje el eremita pensó: «Si el anciano no tuviese alguna revelación de Dios para mí, no me hubiese llamado a buscar». Se levantó y fue a su encuentro. Después de saludarse mutuamente con gran alegría se sentaron. Y el abad Pastor comenzó a decir: «Dos hombres vivían en un mismo lugar y cada uno tenía en su casa un difunto. Pero uno de ellos dejó su muerto y se fue a llorar por el difunto del otro». A estas palabras el anciano se arrepintió acordándose de lo que había hecho, y dijo: «Pastor esta arriba en el cielo. Yo abajo en la tierra».

8

Un hermano preguntó al abad Pastor: «¿Qué debo hacer, pues cuando estoy en la celda siento que me falta valor?». Y el anciano le dijo: «No desprecies ni condenes a nadie y Dios te dará la paz, y tu vida en la celda será tranquila».

9

Un día se reunieron los Padres en Scitia para tratar de un hermano que había cometido una falta. Pero el abad Pior callaba. Luego se levantó, salió, tomó un saco, lo llenó de arena y se lo echó a la espalda. Y poniendo en una cestilla un poco de arena la llevaba delante de si. A los Padres que le preguntaban qué significaba aquello les dijo: «Este saco que tiene tanta arena son mis pecados. Como son míos me los puse a mi espalda para no penar ni llorar por ellos. Este poco de arena de la cesta, son los pecados de este hermano, los pongo ante mis ojos y me cebo en ellos para condenar a mi hermano. No es esto lo que debería hacer. Debería llevar delante de mi mis pecados para pensar en ellos y pedirle a Dios que me los perdone. » Al oírle los Padres dijeron: «Verdaderamente este es el camino de la salvación».

10

Un anciano dijo: «No juzgues al impuro si eres casto, porque al hacerlo, tú también pisoteas la ley. Porque el que dijo: "No fornicarás", dijo también: "No juzgarás"».


11

Un sacerdote de una basílica acudió a la celda de un anacoreta para celebrar la Eucaristía y darle la comunión. Vino luego uno a visitar al ermitaño y le habló mal de aquel sacerdote. El eremita se escandalizó y cuando, según costumbre, vino para celebrar la eucaristía no le quiso recibir. Al ver esto el sacerdote se marchó. Entonces el anacoreta oyó una voz que le decía: «Los hombres se han adueñado de mi facultad de juzgar». Y en un rapto vio un pozo de oro y un cubo de oro y una cuerda también de oro y el pozo contenía un agua estupenda. Vio también un leproso que sacaba agua y la echaba en un vaso. El anciano deseaba beber, pero no podía porque el que sacaba el agua era un leproso y no se atrevía. Oyó de nuevo la voz que le decía: «¿Por qué no bebes de ese agua? ¿Qué importa que la saque un leproso? El solamente llena el cubo y lo vacía en el vaso». Volvió en si el eremita, reflexionó sobre el significado de esta visión, llamó al sacerdote y le pidió que celebrase la eucaristía como hasta entonces.

12

Dos hermanos llevaban en un cenobio una vida ejemplar y cada uno de ellos había merecido ver en el otro la gracia divina. Pero un viernes, uno de ellos salió del monasterio y vio a uno que comía por la mañana. El hermano le dijo: «¿Cómo siendo viernes comes a esta hora?». Al día siguiente se celebró la misa como de costumbre, pero el otro hermano, al ver a su compañero se dio cuenta de que la gracia divina se había ido de él y se entristeció mucho. Al volver a la celda le preguntó: «¿Que has hecho, hermano, que no he visto en ti la gracia de Dios como la veía antes?». El otro respondió: «No tengo conciencia de ninguna acción ni de ningún pensamiento culpable». El otro insistió: «¿Tampoco has dicho nada malo?». Y acordándose, el compañero le respondió: «Si, ayer vi a uno que comía por la mañana y le dije: "¿A esta hora comes un viernes?". Este es mi pecado. Hagamos penitencia los dos juntos durante dos semanas y pidamos a Dios que me perdone». Lo hicieron así y dos semanas más tarde el hermano vio de nuevo cómo la gracia de Dios volvía a su hermano. Se consolaron mucho y dieron gracias a Dios que es el único bueno.

-Pequeña escuela de Oración.

4.25.2013

Como San Francisco de Asis Curo Milagrosamente de Alma y Cuerpo a un Leproso


Florecillas de San Francisco
Capítulo XXV
Cómo San Francisco curó milagrosamente
de alma y cuerpo a un leproso




"El verdadero discípulo de Cristo San Francisco, mientras vivió en esta vida miserable, ponía todo su esfuerzo en seguir a Cristo, el perfecto Maestro. Así sucedía muchas veces, por obra divina, que cuando él curaba a alguien el cuerpo, Dios le sanaba al mismo tiempo el alma, tal como se lee de Cristo (cf. Mt 9,1-8). Por ello, no sólo servía él gustosamente a los leprosos, sino que había ordenado a los hermanos de su Orden que, cuando iban por el mundo o se detenían, sirvieran a los leprosos por amor de Cristo, que por nosotros quiso ser tenido por un leproso (1).

Sucedió una vez, en un lugar no lejos de aquel en que entonces se hallaba San Francisco, que los hermanos servían a los leprosos y enfermos de un hospital; y había allí un leproso tan impaciente, insoportable y altanero, que todos estaban persuadidos, como era en verdad, que estaba poseído del demonio, porque profería palabras groseras y maltrataba a quienes le servían, y, lo que era peor, blasfemaba tan brutalmente de Cristo bendito y de su madre santísima la Virgen María, que no se hallaba ninguno que quisiera y pudiera servirle. Y por más que los hermanos se esforzaban por sobrellevar con paciencia, por acrecentar el mérito de esta virtud, sus villanías e insultos, optaron por dejar abandonado al leproso, porque su conciencia no les permitía soportar las injurias contra Cristo y su madre. Pero no quisieron hacerlo sin haber informado antes a San Francisco, que se hallaba en un eremitorio próximo.

Cuando se lo hicieron saber, fue San Francisco a ver al leproso. Acercándose a él, le saludó diciendo:

-- Dios te dé la paz, hermano mío carísimo.

-- Y ¿qué paz puedo yo esperar de Dios -respondió el leproso enfurecido-, si Él me ha quitado la paz y todo bien y me ha vuelto podrido y hediondo?

-- Ten paciencia, hijo -le dijo San Francisco-; las enfermedades del cuerpo nos las da Dios en este mundo para salud del alma; son de gran mérito cuando se sobrellevan con paciencia.

-- Y ¿cómo puedo yo llevar con paciencia -respondió el leproso- este mal que me atormenta noche y día sin parar? Y no es sólo mi enfermedad lo que me atormenta, sino que todavía me hacen sufrir esos hermanos que tú me diste para que me sirvieran, y que no lo hacen como deben.

Entonces, San Francisco, conociendo por luz divina que el leproso estaba poseído del espíritu maligno, fue a ponerse en oración y oró devotamente por él. Terminada la oración, volvió y le dijo:

-- Hijo, te voy a servir yo personalmente, ya que no estás contento de los otros.

-- Está bien -dijo el enfermo-; pero ¿qué me podrás hacer tú más que los otros?

-- Haré todo lo que tú quieras -respondió San Francisco.

-- Quiero -dijo el leproso- que me laves todo de arriba abajo, porque despido tal hedor, que no puedo aguantarme yo mismo.

San Francisco hizo en seguida calentar agua con muchas hierbas olorosas; luego desnudó al leproso y comenzó a lavarlo con sus propias manos, echándole agua un hermano. Y, por milagro divino, donde San Francisco tocaba con sus santas manos desaparecía la lepra y la carne quedaba perfectamente sana. Y según iba sanando el cuerpo, iba también curándose el alma; por lo que el leproso, al ver que empezaba a curarse, comenzó a sentir gran compunción de sus pecados y a llorar amarguísimamente; y así, a medida que se iba curando el cuerpo, limpiándose de la lepra por el lavado del agua, por dentro quedaba el alma limpia del pecado por la contrición y las lágrimas.

Cuando se vio completamente sano de cuerpo y alma, manifestó humildemente su culpa y decía llorando en alta voz:

-- ¡Ay de mí, que soy digno del infierno por las villanías e injurias que yo he hecho a los hermanos y por mis impaciencias y blasfemias contra Dios!

Estuvo así quince días, llorando amargamente sus pecados y pidiendo misericordia a Dios, e hizo entera confesión con el sacerdote. San Francisco, al ver el milagro tan evidente que Dios había obrado por sus manos, dio gracias a Dios y se fue de aquel eremitorio a tierras muy distantes; debido a su humildad, en efecto, trataba de huir siempre de toda gloria mundana y en todas sus acciones buscaba el honor y la gloria de Dios y no la propia.

Y quiso Dios que aquel leproso, curado en el cuerpo y en el alma, enfermase de otra enfermedad quince días después de su arrepentimiento, y, fortalecido con los sacramentos eclesiásticos, murió santamente. Al ir al paraíso por los aires su alma se apareció a San Francisco cuando éste se hallaba orando en un bosque y le dijo:

-- ¿Me conoces?

-- ¿Quién eres? -dijo San Francisco.

-- Soy el leproso que Cristo bendito curó por tus méritos -dijo él-, y ahora voy a la vida eterna; de lo cual doy gracias a Dios y a ti. Bendita sea tu alma y bendito tu cuerpo, benditas sean tus palabras y tus acciones, porque por tu mano se salvarán en el mundo muchas almas. Y sabe que en el mundo no hay un sólo día en que los santos ángeles y otros santos no estén dando gracias a Dios por los santos frutos que tú y tu Orden realizáis en diversas partes del mundo. ¡Cobrad ánimo, dad gracias a Dios y seguid así con su bendición!
Dichas estas palabras, se fue al cielo; y San Francisco quedó muy consolado."



4.24.2013

Matt Maher, Turn Around


The Sacred Heart of Jesus

Efficacious Novena to The Sacred Heart of Jesus



Padre Pio recited this novena every day for all those who requested his prayers.


1.  O my Jesus, you have said:
“Truly I say to you, ask and you will receive, seek and you will find, knock and it will be opened to you.”
Behold I knock, I seek and ask for the grace of … (here name your request)
Our Father, Hail Mary, Glory Be to the Father.
Sacred Heart of Jesus, I place all my trust in you.




2.  O my Jesus, you have said:
“Truly I say to you, if you ask anything of the Father in my name, he will give it to you.”
Behold, in your name, I ask the Father for the grace of … (here name your request)
Our Father, Hail Mary, Glory Be to the Father.
Sacred Heart of Jesus, I place all my trust in you.



3. O my Jesus, you have said:
“Truly I say to you, heaven and earth will pass away but my words will not pass away.”
Encouraged by your infallible words I now ask for the grace of … (here name your request)
Our Father, Hail Mary, Glory Be to the Father.
Sacred Heart of Jesus, I place all my trust in you.



O Sacred Heart of Jesus, for whom it is impossible not to have compassion on the afflicted,
have pity on us miserable sinners and grant us the grace which we ask of you,
through the Sorrowful and Immaculate Heart of Mary, your tender Mother and ours.



Say the Hail, Holy Queen and add:
St. Joseph, foster father of Jesus, pray for us.



- St. Margaret Mary Alacoque

4.23.2013

St. Patricks Breastplate


 
(Prayer of divine armor for protection against spiritual adversity)

St. Patrick's Breastplate is a popular prayer attributed to one of Ireland’s most beloved patron saints. According to tradition, St. Patrick wrote it in 433 A.D. for divine protection before successfully converting the Irish King Leoghaire and his subjects from paganism to Christianity. 

(The term breastplate refers to a piece of armor worn in battle.)


More recent scholarship suggests its author was anonymous. In any case, this prayer certainly reflects the spirit with which St. Patrick brought our faith to Ireland! St. Patrick's Breastplate, also known as The Lorica (the cry of the deer), was popular enough to inspire a hymn based on this text as well:


I arise today 
Through a mighty strength, the invocation of the Trinity,
Through belief in the Threeness,
Through confession of the Oneness
of the Creator of creation.

I arise today
Through the strength of Christ's birth with His baptism,
Through the strength of His crucifixion with His burial,
Through the strength of His resurrection with His ascension,
Through the strength of His descent for the judgment of doom.

I arise today
Through the strength of the love of cherubim,
In the obedience of angels,
In the service of archangels,
In the hope of resurrection to meet with reward,
In the prayers of patriarchs,
In the predictions of prophets,
In the preaching of apostles,
In the faith of confessors,
In the innocence of holy virgins,
In the deeds of righteous men.

I arise today, through
The strength of heaven,
The light of the sun,
The radiance of the moon,
The splendor of fire,
The speed of lightning,
The swiftness of wind,
The depth of the sea,
The stability of the earth,
The firmness of rock.

I arise today, through
God's strength to pilot me,
God's might to uphold me,
God's wisdom to guide me,
God's eye to look before me,
God's ear to hear me,
God's word to speak for me,
God's hand to guard me,
God's shield to protect me,
God's host to save me
From snares of devils,
From temptation of vices,
From everyone who shall wish me ill,
afar and near.

I summon today
All these powers between me and those evils,
Against every cruel and merciless power
that may oppose my body and soul,
Against incantations of false prophets,
Against black laws of pagandom,
Against false laws of heretics,
Against craft of idolatry,
Against spells of witches and smiths and wizards,
Against every knowledge that corrupts man's body and soul;
Christ to shield me today
Against poison, against burning,
Against drowning, against wounding,
So that there may come to me an abundance of reward.

Christ with me,
Christ before me,
Christ behind me,
Christ in me,
Christ beneath me,
Christ above me,
Christ on my right,
Christ on my left,
Christ when I lie down,
Christ when I sit down,
Christ when I arise,
Christ in the heart of every man who thinks of me,
Christ in the mouth of everyone who speaks of me,
Christ in every eye that sees me,
Christ in every ear that hears me.


I arise today
Through a mighty strength, the invocation of the Trinity,
Through belief in the Threeness,
Through confession of the Oneness
of the Creator of creation.



When St. Paul referred to putting on the “Armor of God” in his letter to the Ephesians (6:11) to fight sin and evil inclinations, he could have been thinking of prayers just like this one! We may not wear combat gear in our daily lives, but St. Patrick's Breastplate can function as divine armor for protection against spiritual adversity.

4.22.2013

Prayers of Saint Padre Pio : 1887-1968


A Prayer to Jesus
By
Saint Padre Pio.

Oh my Jesus, give me Your strength, when my weak nature rebels against
the distress and suffering of this life of exile and enable me to accept
everything with serenity and peace. With my whole strength I cling to Your
merits, Your sufferings, Your expiation and Your tears, so that I may be able
to cooperate with You in the work of salvation.

Give me strength to fly from sin, the only cause of Your agony, Your sweet
Blood and Your death. Destroy in me all that displeases You and fill my heart
with the fire of Your holy love and all Your sufferings. Clasp me tenderly,
firmly, close to You that I may never leave You alone in Your cruel passion.

I ask only for a place of rest in Your heart. My desire is to share in Your agony
and be beside You in the garden. May my soul be inebriated by Your love and
fed with the bread of Your sorrow.

 Amen.


Prayer
By Padre Pio


May your heart always be the temple of the Holy Spirit.
May Jesus always be the Helmsman of your little spiritual ship.
May Mary be the star which shines on your path and
may She show you the safe way to reach the Heavenly Father .
Amen.

4.19.2013

33 Salutations to The Sacred Heart of Jesus & To The Elevations of the Sacred Host and Chalice



Thirty-Three Salutations to the Sacred Heart of Jesus

HAIL, Heart of my Jesus-----save me!
Hail, Heart of my Savior-----deliver me!
Hail, Heart of my Judge-----pardon me!
Hail, Heart of my Spouse-----love me!
Hail, Heart of my Master-----teach me!
Hail, Heart of my King-----crown me!
Hail, Heart of my Benefactor-----enrich me!
Hail, Heart of my Pastor-----keep me!
Hail, Heart of my Friend-----caress me!
Hail, Heart of the Infant Jesus-----attract me!
Hail, Heart of Jesus dying on the Cross-----atone for me!
Hail, Heart of Jesus in all its Conditions-----give Thyself to me!
Hail, Heart of my Brother-----remain with me!
Hail, Heart of incomparable Goodness-----forgive me!
Hail, Heart most Glorious-----shine forth in me!
Hail, Heart most Amiable-----inflame me!
Hail, Heart most Charitable-----work in me!
Hail, Heart most Merciful-----answer for me!
Hail, Heart most Humble-----repose in me!
Hail, Heart most Patient-----bear with me!
Hail, Heart most Faithful-----make satisfaction for me!
Hail, Heart most Adorable and most Worthy-----bless me!
Hail, Heart most Peaceful-----calm me!
Hail, Heart most Desirable and most Beautiful-----delight me!
Hail, Heart most Illustrious and most Perfect-----ennoble me!
Hail, Heart most Holy, Balm most Precious-----preserve and sanctify me!
Hail, Heart most Holy and most Salutary-----reform me!
Hail, Heart most Blessed, true Physician and Remedy for all our ills-----heal me!
Hail, Heart of Jesus, Consolation of the afflicted-----comfort me!
Hail, Heart most loving, ardent Furnace burning with Love-----consume me!
Hail, Heart of Jesus, Model of Perfection-----enlighten me!
Hail, Divine Heart, Source of all Happiness-----strengthen me!
Hail, Heart of eternal Benediction-----call me to Thee!



At the Elevation of the Sacred Host


O MY Savior! with sincere humility I adore Thee, and offer Thee up, by the hands of the priest, to Thy Heavenly Father in reparation for my sins and for the sins of the whole world.



At the Elevation of the Chalice

Most precious Blood, flow on my soul and sanctify it! May the love through which Thou wast shed for me be enkindled in my heart, and purify it! 

Precious Blood of Jesus Christ



Morning Offerings 

 Based on three revelations of our Lord 
To St. Mechtilde and Two Mystics

DEAR LORD, I adore Thy Sacred Heart, which I desire to enter with acts of love, praise, adoration, and thanksgiving. I offer Thee my own heart as I sigh to Thee from its very depths, asking that Thou will worketh through me in all that I do this day; thus may I draw Thee closer to me than Thou wert before. I offer Thee all the crosses and sufferings of the world, in union with Thy life on earth, in expiation for sins. Please join my every action and heartbeat to the pulsations of Thy Heart. I unite all my works of this day to those labors Thou didst perform while Thou wert on earth, bathing them in Thy Precious Blood, and I offer them to the Heavenly Father so that many souls may be saved. Amen.

This prayer is based on the following revelations: 

"When you awake, enter at once into My Heart, and when you are in it, offer My Father all your actions united to the pulsations of My Heart . . . If [a person is] engaged in work of no value in itself, if she bathes it in My Blood or unites it to the work I Myself did during My mortal life, it will greatly profit souls . . . more, perhaps, than if she had preached to the whole world. You will be able to save many souls that way." 
-------Our Lord to Sr. Josefa Menendez [1890-1923] 

"When you awake in the morning, let your first act be to salute My Heart, and to offer Me your own . . . Whoever shall breathe a sigh toward Me from the bottom of his heart when he awakes in the morning and shall ask Me to work all his works in him throughout the day, will draw Me to him . . . For never does a man breathe a sigh of longing aspiration toward Me without drawing Me nearer to him than I was before." 
-------Our Lord to St. Mechtilde [1241-1298]

"It is not merely by praying that souls are saved, but through the actions of even the most ordinary lives lived for God . . . Offer Me everything united to My life on earth. 
. . . Offer Me all the crosses of the world. There are so many, and few think of offering them to Me in expiation for sins . . ." 
-------Our Lord to Gabrielle Bossis [1874-1950]  


Act of Consecration to the 
Most Precious Blood
Blood of Jesus, inebriate me! O Jesus, my Beloved Savior, ever present in the Tabernacle, to be the strength, the joy and the food of souls, I come to consecrate myself to Thy Precious Blood, and to pledge Thee my sincere love and fidelity. Pierced with sorrow at the remembrance of Thy sufferings, the contemplation of the Cross, and the thought of the outrages and contempt lavished by ungrateful souls upon Thy dear Blood, I long, O my Jesus, to bring joy to Thy Heart, and to make Thee forget my sins, and those of the whole world, by consecrating my body and soul to Thy service. I desire, my Jesus, to live henceforth, only by Thy Blood and for Thy Blood. I now choose It as my greatest treasure and the dearest object of my love.  

O merciful Redeemer, deign to regard me as a perpetual adorer of Thy Most Precious Blood, and be pleased to accept my prayers, my deeds and my sacrifices, as so many acts of reparation and love. 

Heavenly Wine, giver of purity and strength, pour down upon my soul. Make of my heart a living chalice from which grace shall constantly flow on those that love Thee, and especially on poor sinners that offend Thee. Teach me to honor Thee and to make Thee honored by others. Give me power to draw to Thee cold and hardened hearts, that they may feel how infinitely Thy consolations surpass those of the world.

O Blood of my Crucified Savior, detach me from the world, and the spirit of the world. Make me love suffering and sacrifice, after the example of St. Catherine of Sienna, who loved Thee so much [and whom I choose again today as my special patroness]. 

O Precious Blood, be my strength amid the trials and struggles of exile. Grant that at the hour of death I may be able to bless Thee for having been the comfort and the sanctification of my soul, before becoming, in Heaven, the everlasting object of my love and praise.

Saints of God, who owe thy happiness to the Blood of Jesus; Angelic spirits, who sing Its glory and power, august Virgin, who to It owest the privileges of thine Immaculate Conception and Divine Maternity, help me to pay to the Precious Blood of my Redeemer a perpetual homage of adoration, reparation and thanksgiving.  
Amen.  

  

4.18.2013

Litany of the Most Precious Blood of Our Lord Jesus Christ



Lord, have mercy.
Lord, have mercy.
Christ, have mercy.
Christ, have mercy.
Lord, have mercy.
Lord, have mercy. 

Christ, hear us.
Christ, hear us.
Christ, graciously hear us.
Christ, graciously hear us.

God the Father of Heaven,
have mercy on us.
God the Son, Redeemer of the world,
have mercy on us.
God, the Holy Spirit,
have mercy on us.
Holy Trinity, One God,
have mercy on us.

Blood of Christ, only-begotten Son of the eternal Father,
save us.
Blood of Christ, Incarnate Word or God,
save us.
Blood of Christ, of the New and Eternal Testament,
save us.

Blood of Christ, falling upon the earth in Agony,
save us.
Blood of Christ, shed profusely in the Scourging,
save us.
Blood of Christ, flowing forth in the Crowning with Thorns,
save us.
Blood of Christ, poured out on the Cross,
save us. 
Blood of Christ, price of our salvation,
save us.
Blood of Christ, without which there is no forgiveness,
save us.

Blood of Christ, Eucharistic drink and refreshment of souls,
save us.
Blood of Christ, stream of mercy,
save us.
Blood of Christ, victory over demons,
save us.

Blood of Christ, courage of Martyrs,
save us.
Blood of Christ, strength of Confessors,
save us.
Blood of Christ, bringing forth Virgins,
save us.

Blood of Christ, help of those in peril,
save us. 
Blood of Christ, relief of the burdened,
save us.
Blood of Christ, solace in sorrow,
save us.

Blood of Christ, hope of the penitent,
save us.
Blood of Christ, consolation of the dying,
save us. 
Blood of Christ, peace and tenderness of hearts,
save us.

Blood of Christ, pledge of eternal life,
save us.
Blood of Christ, freeing souls from purgatory,
save us.
Blood of Christ, most worthy of all glory and honor,
save us.


Lamb of God, who taketh away the sins of the world,
spare us, O Lord. 

Lamb of God, who taketh away the sins of the world,
graciously hear us, O Lord.

Lamb of God, who taketh away the sins of the world,
have mercy on us, O Lord.

V. Thou hast redeemed us, O Lord, in Thy Blood.
R. And made us, for our God, a kingdom.


Almighty and eternal God, Thou hast appointed Thine only-begotten Son the Redeemer of the world and willed to be appeased by his blood. Grant, we beg of Thee, that we may worthily adore this price of our salvation and through its power be safeguarded from the evils of the present life so that we may rejoice in its fruits forever in heaven. Through the same Christ our Lord. Amen.



This Litany in honor of Jesus in His Most Precious Blood was drawn up by the Sacred Congregation of Rites and promulgated by Pope John XXIII on February 24, 1960. The devotion to Jesus in His most Precious Blood was first popularized by Saint Gaspar del Bufalo (1786-1837, feast Dec. 28) who founded the Missioners of the Most Precious Blood. A partial Indulgence is granted to the faithful who recite this litany.

4.15.2013

La carta de Papa Dios ...


Tú que eres un ser humano, eres mi milagro. Y eres fuerte, capaz, inteligente y lleno de dones y talentos.
Cuenta tus dones y talentos. Entusiásmate con ellos. Reconócete. Encuéntrate. Acéptate. Anímate. Y piensa que desde este momento puedes cambiar tu vida para bien. Si te lo propones y té llenas de
entusiasmo.

Y sobre todo, si te das cuenta de toda la felicidad que puedes conseguir con sólo desearlo.


Eres mi creación más grande. Eres mi milagro. No temas comenzar una nueva vida. No te lamentes
nunca. No te quejes, No te atormentes. No te deprimas.- ¿Cómo puedes temer si eres mi milagro? -. Estás dotado de poderes desconocidos para todas las criaturas del Universo.


Eres ÚNICO. NADIE ES IGUAL  A TI.


Sólo en ti está aceptar el camino de la felicidad y enfrentarlo, y seguir siempre adelante. Hasta el fin.
Simplemente porque eres libre.


En ti está el poder de no atarte a las cosas. Las cosas no hacen la felicidad. Te hice perfecto para que
aprovecharas tu capacidad y no para que te destruyas.


Te di el poder de pensar.
Te di el poder de imaginar.
Te di el poder de amar.
Te di el poder de crear.
Te di el poder de determinar.
Te di el poder de planear.
Te di el poder de elección.
Te di el poder de rezar.
Te di el dominio de elegir tu propio destino usando tu voluntad.


Qué has hecho de éstas tremendas fuerzas qué te di?. No importa. De hoy en más, olvida tu pasado, usando sabiamente este poder de elección.


Elige amar, en lugar de no amar.
Elige reír, en lugar de llorar.
Elige crear, en lugar de destruir.
Elige perseverar, en lugar de renunciar.
Elige alabar, en lugar de criticar.
Elige dar, en lugar de no hacerlo.
Elige actuar, en lugar de aplazar.
Elige crecer, en lugar de estancarte.
Elige, elige bendecir, en lugar de blasfemar.
Elige, Elige VIVIR...


- Y aprende a sentir mi presencia en cada acto de tu vida.
- Crece cada día un poco más en el optimismo y en la derrota.
- Yo estoy a tu lado siempre. Llámame. Acuérdate de mí.
- Vivo en ti desde siempre.


Trata de volverte niño, simple inocente, generoso, dador, con capacidad de asombro y capacidad de
conmoverte ante la maravilla de sentirte humano. para que puedas conocer mi amor, puedas sentir una
lágrima, puedas comprender el dolor. No te olvides que eres mi milagro. Que te quiero feliz, con
misericordia, con piedad, para que este mundo que transitas pueda acostumbrarse a reír, siempre que
tú aprendas a reír. y si eres mi milagro, entonces usa tus dones y cambia tu medio ambiente, contagiando esperanza y optimismo sin temor, porque yo estoy a tú lado.!!!

~Jesus me entrego a ti.